Al final del cuento

AL FINAL DEL CUENTO

Y comieron perdices, sazonadas con lágrimas de monótona compañía.
A ella le dolía la espalda, de tanto trajín.
Pero un buen día, a su ventana llegó el trino de la primavera nueva.
Miró por ella.
Le salieron alas, allí donde más dolía.
En el alma.

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