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Mostrando entradas de diciembre, 2011

Cuento de Navidad

Tienes el cuerpo entumecido y la boca seca. No puedes siquiera parpadear. Los ojos cerrados no consiguen desbloquear el cerrojo de oclusión que los adhiere haciendo de tu rostro una máscara de barro resquebrajado. Los dedos duelen. Empiezas a notarlo. Todo tu cuerpo es una caverna de dolor y quietud. Tardaste, pero al fin dormiste. Mirabas las estrellas, tiritando de frío y hambre, mientras pensabas en tu madre que de niño pasaba a tocarte los pies fríos en invierno, y te ponía una botella caliente envuelta en un retal de manta vieja. ¡Si ella te viera! Ella que aplaudió todos tus progresos. Ella que se sintió la más dichosa del mundo por tener un hijo listo que iba sacando buenas notas en el colegio y que, gracias a las becas, consiguió un título que para ella fue su triunfo. Si ella supiera que has perdido todo lo que, con tanto esfuerzo, consiguió para ti haciendo escaleras y limpiando váteres. Cuando se fue, lo hizo mirándote a los ojos con una sonrisa, agarrando tu mano y soltand